Me gusta meditar, lo he aprendido observando a mi mamá.
Se trata simplemente de sentarse silenciosamente, observando los pensamientos que pasan a través de ti.
Yo les digo adiós y los saludo al verlos pasar. Es sorprendente la cantidad de cosas que pienso, mi mente no quiere silenciarse, pero yo insisto e insisto a ver quien puede más.
Al final no es tan importante lo que te sucede, sino qué piensas sobre lo que te sucede y sobre todo…
¡No a los pensamientos chicle!