No se trata solo de cuentos antes de dormir ni de historias con animales parlantes. La literatura infantil —cuando es bien cuidada y bien ofrecida— tiene un papel transformador en la vida de los niños y en la sociedad en su conjunto. No es exagerado decir que un país que forma lectores desde pequeños es un país que invierte en pensamiento crítico, empatía y libertad.
Más allá de leer: formar sensibilidad
El contacto con los libros en la infancia no busca únicamente enseñar a leer. Lo que está en juego es algo más profundo: la capacidad de imaginar, de conectar, de sentir. Un niño que se emociona con un personaje, que ríe con una escena absurda o que reflexiona sobre una historia triste, está desarrollando habilidades emocionales y cognitivas que lo acompañarán toda la vida.
Leer no es solo entender palabras
En un mundo dominado por las pantallas, el acto de leer puede parecer casi revolucionario. La lectura activa zonas del cerebro que ninguna otra actividad logra estimular del mismo modo: concentración prolongada, visualización mental, interpretación simbólica y construcción de significado.
Y cuando todo eso empieza temprano, se vuelve natural. El lector no se forma por obligación escolar; se forma por placer, por curiosidad, por el poder de la historia.
La literatura como refugio, espejo y ventana
Para muchos niños, los libros son refugios donde sentirse seguros. Para otros, son espejos donde reconocerse por fin. Y para todos, son ventanas que abren mundos nuevos, realidades distintas, maneras alternativas de pensar y ser.
En especial en contextos sociales difíciles, la literatura puede ser el primer contacto con la belleza, con la complejidad del lenguaje, con la posibilidad de soñar.
La responsabilidad de las editoriales
Publicar libros para niños no es un nicho comercial; es un compromiso. No se trata solo de entretener, sino de respetar la inteligencia de los más pequeños, ofrecerles calidad, diversidad y profundidad.
En Cordel Editorial lo tenemos claro: cada libro infantil que publicamos es una oportunidad de sembrar una idea, un valor, una emoción. Trabajamos con autores que entienden esa responsabilidad y con ilustradores que transforman palabras en experiencias visuales.
Conclusión: invertir en literatura infantil es invertir en el futuro
No todos los niños se convertirán en escritores. Ni siquiera todos serán lectores apasionados. Pero todos —sin excepción— merecen tener acceso a libros que los hagan crecer por dentro.
Porque la literatura no es un lujo. Es una herramienta de transformación. Y cuanto antes la pongamos en manos de un niño, más lejos podrá llegar.